El Síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) es una enfermedad de transmisión sexual (ETS) causada por el Virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Forma parte de las enfermedades incluídas en el panel de TORCH. El VIH ataca al sistema inmunitario, específicamente a los glóbulos blancos llamados células CD4. Si no se trata, puede provocar la enfermedad del SIDA, y una vez que se contrae el virus, se tiene de por vida. La transmisión del VIH es sólo a través de intercambio de determinados fluidos corporales con la persona infectada: sangre, semen, líquido preseminal, secreción rectal, secreción vaginal y leche materna. Para ello, estos fluidos deben entrar en contacto con una membrana mucosa (recto, vagina, abertura del pene y boca), tejido lesionado, o ser inyectados directamente en la corriente sanguínea. Por tanto, se puede contraer el virus sólo durante actividades específicas, como son las relaciones sexuales o el uso de drogas inyectables. También se puede transmitir de madre a hijo durante el embarazo, el parto o lactancia, así como a través de transfusiones sanguíneas. Los síntomas varían según la etapa de la infección. La etapa primaria (VIH agudo) desarrolla síntomas parecidos a la gripe y pueden ser tan leves que quizá ni se notan. Es la etapa de la infección en la que más fácilmente se propaga el virus, dada sus alta carga viral. En la siguiente fase, la llamada infección clínica latente (VIH crónico), el virus sigue estando activo, pero no suelen aparecer síntomas. Durante esta fase también se puede transmitir el virus. En la última etapa, la más grave, se desarrolla el SIDA. En esta fase se tiene el sistema inmunológico tan debilitado que se comienzan a tener una cantidad cada vez mayor de enfermedades graves. Con el SIDA se pueden tener cargas virales muy altas, por lo que se es altamente contagioso. El tratamiento consiste en antivirales, independientemente de la etapa en la que se encuentre la infección, y como prevención se recomienda practicar sexo seguro y estar bajo tratamiento en caso de estar infectado. El diagnóstico del VIH se realiza a través de análisis de sangre o saliva para detectar antígenos o anticuerpos del virus, o PCR.
El VIH es un importante problema de salud mundial, cobrándose más de 30 millones de vidas hasta la fecha. Se estima que casi 40 millones de personas en el mundo tienen VIH, más de dos tercios de las cuales se encuentran en África. De ellas, casi el 70% tienen acceso a terapias antirretrovirales y en torno al 15% no saben que tienen el virus. Sin tratamiento, el VIH se convierte en SIDA en unos 8 a 10 años, y la esperanza de vida es de aproximadamente tres años. Las personas bajo tratamiento podrían no llegar nunca a la fase 3, la del SIDA, y éste ayuda a prevenir la transmisión del virus.
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